Cuando hablamos de salud ósea, la primera recomendación que solemos escuchar es: “Toma más calcio”. Pero la realidad es que el calcio, por sí solo, no puede hacer el trabajo de construir y mantener huesos fuertes. Para que el calcio llegue a donde debe, se quede ahí y cumpla su función, necesitamos algo mucho más profundo: un sistema hormonal equilibrado.
En este post quiero contarte cómo tus hormonas, tu intestino, tu sistema inmune y tus emociones influyen directamente en la salud de tus huesos. Porque sí, todo está conectado.
La vitamina D: la llave que abre la puerta del calcio
La vitamina D es en realidad una prohormona, no una simple vitamina. Su rol principal es facilitar la absorción de calcio en el intestino. Sin vitamina D suficiente, puedes comer calcio todo el día… pero tu cuerpo no lo va a incorporar correctamente.
La vitamina D se activa en dos pasos (primero en el hígado y luego en los riñones) y su forma activa, el calcitriol, actúa como una llave que abre canales especiales en el intestino para que el calcio pase al torrente sanguíneo.
Si esa llave no está, el calcio simplemente no entra, o entra muy poco.
¿Qué puede desequilibrarla?
- Falta de exposición solar.
- Problemas hepáticos o renales.
- Inflamación intestinal, que impide la absorción.
- Dietas muy pobres en grasa (la vitamina D es liposoluble).

La tiroides: el motor que regula el ritmo del hueso
La glándula tiroides produce las hormonas T3 y T4, que son como el pedal del acelerador de tu metabolismo.
Estas hormonas también regulan el recambio óseo, es decir, el proceso por el cual el hueso viejo se destruye y se reemplaza por hueso nuevo.
- Si hay hipertiroidismo (exceso de hormonas), el hueso se destruye más rápido de lo que se forma, lo que lleva a pérdida de masa ósea.
- Si hay hipotiroidismo, el recambio se enlentece tanto que el hueso se vuelve menos adaptable y más frágil.
El equilibrio tiroideo es clave para una estructura ósea funcional, fuerte y dinámica.
¿Cómo se desequilibran?
- Estrés crónico, deficiencias nutricionales (selenio, yodo, zinc, hierro).
- Disbiosis intestinal, inflamación crónica.
- Enfermedades autoinmunes (como Hashimoto o Graves)
El estrógeno: la hormona protectora del hueso
El estrógeno —especialmente el estradiol— tiene una función fundamental: inhibir la actividad de los osteoclastos, las células que degradan el hueso.
Además, ayuda a mantener vivos a los osteoblastos, que son las células que construyen hueso nuevo.
Durante la menopausia, cuando el estrógeno cae, se produce una aceleración de la pérdida ósea, lo que explica por qué tantas mujeres desarrollan osteopenia u osteoporosis en esa etapa de la vida.
El estrógeno también modula la inflamación, otro factor importante en la salud ósea.
¿Y qué hay del estrés, la inflamación y el intestino?
Nada en el cuerpo funciona de forma aislada.
- El cortisol, la hormona del estrés, en exceso crónico puede bloquear la formación ósea y favorecer su degradación. Estimula la secreción de hormona paratiroidea, que extrae calcio del hueso.
- La inflamación sistémica estimula a los osteoclastos (los que destruyen hueso).
- Y el intestino tiene un papel central: si hay permeabilidad intestinal o disbiosis, no solo se absorben mal los nutrientes, sino que se activa el sistema inmune, afectando al hueso.
Incluso el sistema inmune produce citoquinas que pueden acelerar la pérdida ósea si está alterado.
Todo está conectado
Tus huesos no son estructuras estáticas. Son tejidos vivos, influenciados por tus hormonas, tu nutrición, tu sistema inmune, tu intestino y tus emociones.
Cuidar tu salud ósea no se trata solo de tomar calcio.
Se trata de preguntarte:
- ¿Cómo está mi vitamina D?
- ¿Cómo funciona mi tiroides?
- ¿Estoy viviendo con mucho estrés?
- ¿Cómo me alimento?
- ¿Cómo está mi ciclo menstrual o mi transición a la menopausia?

Una invitación a mirar más profundo
Tus huesos no son solo estructuras formadas por calcio: son tejidos vivos, en constante renovación, que responden a tus hormonas, a tu forma de alimentarte, a cómo gestionas el estrés y, en definitiva, a cómo te cuidas por dentro y por fuera.
Por eso, cuando hablamos de salud ósea desde una perspectiva integral, no nos referimos solo a prevenir fracturas o a tomar suplementos. Hablamos de sostén, de equilibrio interno, de cómo todo en el cuerpo está conectado y en diálogo constante.
La salud es el reflejo de cómo se relacionan tus órganos, tus emociones, tu estilo de vida y tu forma de estar en el mundo.
Y tus huesos, aunque no hablen, también cuentan esa historia.
Gracias por leerme.
Si este contenido te ha resonado, compártelo o déjame un comentario.
Nos vemos en el próximo post 🌿
Nerea Etxepare 🌻